Ni si quiera quiso despedirse, no quiso desearme suerte, prefirió marcharse sin hacer ruido pero dejando una tormenta devastadora dentro de mi.
Ahora es el momento de reparar todo aquello que destruyó con su marcha. El momento de reflexionar, de evaluar y aprender de los errores.
Y es casi imposible vivir de esta manera, por eso tengo que olvidar, curarme y crecer.
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